Tras realizar varias escapadas mochileras y embarcarme en un
viaje sin fecha de vuelta, he decido aventurarme a crear un espacio donde ir
compartiendo vivencias, reflexiones y experiencias.
En un principio la “Bitácora de un Soñador” fue concebida
precisamente como un diario de a bordo de este viaje sin rumbo fijo, que de
alguna forma me fuera obligando a hacer un pequeño esfuerzo de síntesis y, al
mismo tiempo, me permitiera compartirlo con familiares, amigos y con la
comunidad bloguera en general. Sin
embargo, tras consultar diversos blogs de viajes, algunos de gran calidad y con
todo lujo de detalles (como, por ejemplo Marcando el Polo), me parecía que este concepto inicial no aportaba nada
nuevo…
Siempre he tenido la
impresión de que los viajes, especialmente los realizados únicamente en
compañía de una mochila, tienen una cierta componente dual. Por un lado nos dan
la oportunidad de descubrir el exterior, nuevos paisajes y paisanajes, olores y
sabores hasta entonces inexplorados, otras culturas, otras lenguas, otras
músicas… Pero, quizás de una forma menos evidente, nos permiten también recorrer un cierto
camino interior, nos dan lecciones de humildad, humanidad, amistad, nos
muestran otras formas de vida, otros ritmos, otras prioridades, nos invitan a
leer, a meditar, a replantearnos nuestros propios valores, nos enseñan el poder
de una sonrisa…
Es por ello que me gustaría aprovechar esta aventura, que
comienza en la siempre bulliciosa ciudad de Bangkok, para aunar la componente
exterior e interior de esta singular vivencia mediante una invocación a la
creatividad. Para cada uno de los países visitados iré actualizando un pequeño reportaje
visual, de manera que sean las imágenes las que hablen por sí solas de los
pasos del camino. Pero no solo eso…
Me encantaría tener la posibilidad de inmortalizar recuerdos,
materializar sensaciones, dar rienda suelta a la imaginación… Con este
objetivo, seleccionaré adicionalmente una única imagen de cada uno de los
lugares que vaya recorriendo; no tiene por qué ser la más turística, tampoco la
más fascinante, quizás los asiduos del lugar ni tan siquiera la reconozcan… Sin
embargo, será la antesala a un mundo de ensueño, a algún vívido recuerdo
aderezado con poesía, a una visión onírica de alguna antigua leyenda, a una
canción que un duende me susurró al oído…
Así que… luces, cámara y… a soñar.

Good introduction
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